domingo, 13 de abril de 2014

SALUD 50% de infantes con rollitos tienen figuras familiares en su hogar con pesos anormales

Padres y Niños redondos


Un  pequeño tiene 50% más de probabilidad de ser obeso si uno de sus papás lo es.  Psicólogos, pediatras y nutricionistas responsabilizan a los padres de la adquisición de malos hábitos alimenticios por parte de los infantes.

Fuente: Bebes y mas (Portal Web)

“Del tal palo, tal astilla”. Este famoso refrán retrata muy bien la realidad de los infantes ‘gorditos’;  muchos de estos chiquillos tienen en sus padres la principal causa de su exceso de  masa corporal. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), un niño tiene  50% más de probabilidad de ser obeso si uno de sus papás lo es; en el caso de que ambos lo sean, la posibilidad aumenta a un 80%.
 Asimismo, la OMS califica  al entorno familiar y social   como el factor más importante de este tipo de desorden alimenticio y, sentencia que, aunque algunos trastornos médicos pudiesen causar obesidad, menos del 1% de los 42 millones de casos de sobrepeso en la infancia se deben a esto.
De hecho, la Secretaria de Salud de México  difundió en su página  web que, más del 50% de niños rollizos tienen figuras familiares en su hogar con pesos anormales.
En el año 2013, el  Instituto Nacional de Nutrición  (INN) publicó en su página web que, alrededor de 8 millones de venezolanos sufren de obesidad, de los cuales, 30%   son  personas menores de 12 años; es decir, en Venezuela 3 de cada 10 infantes son obesos.
 El exceso de peso es producto de un trastorno en el modo de alimentación en la que las calorías ingeridas, en la mayoría de los casos de poco aporte nutricional,  superan a las que se puedan gastar diariamente. En este sentido, La Dirección de Salud de la Universidad Iberoamericana de México, sostiene que los hábitos alimenticios, preferencia y rechazos de ciertos alimentos  están fuertemente condicionados por el contexto familiar al que ha estado expuesto el infante.
La  psicóloga infantil Jacqueline Aponte, egresada de la Universidad Centro Occidental Lisandro Alvarado  (UCLA) de Barquisimeto, afirma que “durante  la infancia, los progenitores son los principales responsables de la transmisión al hijo de las pautas alimentarias saludables, es decir cantidad y horarios de alimentación, así como el tipo de comida a seleccionar”.  

Vivir para comer


María San Román, pediatra y nutricionista  de la Clínica Caracas en la ciudad capital, afirma que, “un padre que no se preocupa por su propio exceso de masa corporal, muy difícilmente se preocupará si su hijo copia sus hábitos de alimentación y, también sufre un aumento de peso. Un alto porcentaje de progenitores inducen a sus hijos a comer más allá de las señales de autorregulación innatas porque ellos mismos no las respetan”.
Así pues, Jacqueline Aponte sostiene que “una de las características comunes en este tipo de papás  es que comen por inercia. Les da satisfacción es sentirse llenos, sin importar que lo que se esté consumiendo realmente le sea provechoso al organismo y, por esto, siente que le está dando felicidad a su hijo y haciendo lo correcto, si hace que éste coma hasta más no poder”. 
Del mismo modo,  San Román afirma que, “estos padres que muestran poca preocupación sana por su apariencia física, además de no tener  hábitos  saludables al momento de comer, tampoco lo tienen al momento de la preparación de alimentos; utilizan gran cantidad grasas de saturadas para la cocción, elaboran cantidades desproporcionadas de carbohidratos almidonados, responsables de la liberación de la insulina, hormona que se libera para retrasar metabolismo y guardar grasa en forma de tejido adiposo”.

Costumbres culturales contraproducentes 

Asimismo, Aponte explica que la sociedad  occidental es responsable de que los padres actúen de manera irracional con el tema de la alimentación de sus hijos. “En la cultura de occidente es muy común que los padres utilicen las comidas como recompensa o castigo. Si hacen mal, amenazan con servirles vegetales en la cena y, si hacen bien, prometen llevarlos a cualquier sitio de comida rápida. Entonces, podríamos deducir que, el mismo progenitor tiene en su imaginario una concepción  de poco gratificante el hecho de consumir alimentos  balanceados como lo son los productos verdes (vegetales, frutas). En oriente estos no es así, es por ello que los países asiáticos presentan muy bajos índices de obesidad”, sentencia la psicóloga.

San Román, por su parte, sostiene que es muy común en su consultorio los padres que utilizan los alimentos procesados, los cuales son responsables del sobrepeso, como un estímulo pavloviano de la conducta. “Lo más alarmante del caso es que, los representantes que usan este tipo de métodos también tienen sus kilitos de más. Ellos mismos son los que le dicen a sus hijos que si comen, los querràn más; cosa que es totalmente absurda”.

Necesario romper con mitos 

El pediatra  Ezequiel Callé de Chile afirma  en su blog que,   muchos padres creen que si un niño tiene  unos kilitos de más es indicador de que está sano. “Esta concepción tiene origen varias generaciones atrás, en las que por situaciones de guerra  y conflictos sociales  no había  un acceso justo a la alimentación. Las personas debían desarrollar actividades que requerían gran esfuerzo físico, como labores rurales, para su subsistencia, lo que  implicaba un gasto calórico y menos acumulación de masa corporal, por consiguiente quien tuviese suerte de tener unos kilitos era considerado como sano, pues se suponía que tenía garantizado el acceso a los alimentos”, manifiesta Callé.
“Pero a pesar del cambio de tipo de plazas de trabajo, en la que las  labores implican  mayor sedentarismo, el paradigma sigue siendo el mismo. Muchas abuelos y padres aún consideran que el niño más sano es el que tiene uno que otro moflete y es cachetón, por lo que obligan a comer grandes cantidades de alimentos sin tomar en cuenta que por el ritmo de vida acelerado que llevan  los individuos, especialmente  en  las grandes urbes, no le permitirá a los niños quemar la  gran parte de la ingesta de calorías que tuvo”, expresó el pediatra  chileno.


Círculo  vicioso 

Según el portal de salud de la comunidad Madrid en España, un niño que cumple 12 años teniendo gran exceso en su masa corporal, probablemente crezca siendo obeso y sufra de sobrepeso de adulto.
“Un niño que se convierte en un adulto gordo,  le ensañará los mismo patrones de comportamiento alimenticio a sus hijos. Los infantes son unas esponjas, toman como suyo todos los hábitos o resabios que los padres tengan, si el padre  no tiene límites en cuanto a la ingesta de alimentos, el niño tampoco lo hará”, manifestó Jacqueline Aponte. “Abuelos que criaron niños obesos, que se convirtieron en adultos con sobrepeso, que a su vez tienen hijos  rollizos; esta historia se va a repetir mientras los padres no  tengan como objetivo principal cuidar la salud de los infantes a través de los alimentos”, escribió el Doctor  Ezequiel Calle para su blog.

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