Padres y Niños redondos
Un pequeño tiene 50% más de probabilidad de ser obeso
si uno de sus papás lo es. Psicólogos,
pediatras y nutricionistas responsabilizan a los padres de la adquisición de
malos hábitos alimenticios por parte de los infantes.
Fuente: Bebes y mas (Portal Web) |
“Del tal palo, tal astilla”. Este
famoso refrán retrata muy bien la realidad de los infantes ‘gorditos’; muchos de estos chiquillos
tienen en sus padres la principal causa de su exceso de masa corporal. Según la Organización
Mundial de la Salud (OMS), un niño tiene 50% más de probabilidad de ser obeso
si uno de sus papás lo es; en el caso de que ambos lo sean, la posibilidad
aumenta a un 80%.
Asimismo, la OMS califica al entorno familiar y social como el factor más
importante de este tipo de desorden alimenticio y, sentencia que, aunque
algunos trastornos médicos pudiesen causar obesidad, menos del 1% de los 42
millones de casos de sobrepeso en la infancia se deben a esto.
De hecho, la Secretaria de Salud de
México difundió en su
página web que, más del 50%
de niños rollizos tienen figuras familiares en su hogar con pesos anormales.
En el año 2013, el Instituto Nacional de Nutrición (INN) publicó en su página web que,
alrededor de 8 millones de venezolanos sufren de obesidad, de los cuales,
30% son personas menores de 12 años; es decir,
en Venezuela 3 de cada 10 infantes son obesos.
El exceso de peso es producto de
un trastorno en el modo de alimentación en la que las calorías ingeridas, en la
mayoría de los casos de poco aporte nutricional, superan a las que se puedan gastar
diariamente. En este sentido, La Dirección de Salud de la Universidad
Iberoamericana de México, sostiene que los hábitos alimenticios, preferencia y
rechazos de ciertos alimentos están
fuertemente condicionados por el contexto familiar al que ha estado expuesto el
infante.
La psicóloga infantil Jacqueline Aponte,
egresada de la Universidad Centro Occidental Lisandro Alvarado (UCLA) de Barquisimeto, afirma que “durante la
infancia, los progenitores son los principales responsables de la transmisión
al hijo de las pautas alimentarias saludables, es decir cantidad y horarios de
alimentación, así como el tipo de comida a seleccionar”.
Vivir para comer
María
San Román, pediatra y nutricionista de la
Clínica Caracas en la ciudad capital, afirma que, “un padre que no se preocupa
por su propio exceso de masa corporal, muy difícilmente se preocupará si su
hijo copia sus hábitos de alimentación y, también sufre un aumento de peso. Un
alto porcentaje de progenitores inducen a sus hijos a comer más allá de las
señales de autorregulación innatas porque ellos mismos no las respetan”.
Así pues, Jacqueline Aponte sostiene
que “una de las características comunes en este tipo de papás es que comen por inercia. Les da
satisfacción es sentirse llenos, sin importar que lo que se esté consumiendo
realmente le sea provechoso al organismo y, por esto, siente que le está dando
felicidad a su hijo y haciendo lo correcto, si hace que éste coma hasta más no
poder”.
Del mismo modo, San Román afirma que, “estos
padres que muestran poca preocupación sana por su apariencia física, además de
no tener hábitos saludables al momento de comer,
tampoco lo tienen al momento de la preparación de alimentos; utilizan gran
cantidad grasas de saturadas para la cocción, elaboran cantidades
desproporcionadas de carbohidratos almidonados, responsables de la liberación
de la insulina, hormona que se libera para retrasar metabolismo y guardar grasa
en forma de tejido adiposo”.
Costumbres culturales contraproducentes
Asimismo, Aponte explica que la
sociedad occidental es
responsable de que los padres actúen de manera irracional con el tema de la
alimentación de sus hijos. “En la cultura de occidente es muy común que los
padres utilicen las comidas como recompensa o castigo. Si hacen mal, amenazan
con servirles vegetales en la cena y, si hacen bien, prometen llevarlos a
cualquier sitio de comida rápida. Entonces, podríamos deducir que, el mismo
progenitor tiene en su imaginario una concepción de poco gratificante el hecho de
consumir alimentos balanceados
como lo son los productos verdes (vegetales, frutas). En oriente estos no es
así, es por ello que los países asiáticos presentan muy bajos índices de
obesidad”, sentencia la psicóloga.
San Román, por su parte, sostiene que
es muy común en su consultorio los padres que utilizan los alimentos
procesados, los cuales son responsables del sobrepeso, como un estímulo
pavloviano de la conducta. “Lo más alarmante del caso es que, los
representantes que usan este tipo de métodos también tienen sus kilitos de más.
Ellos mismos son los que le dicen a sus hijos que si comen, los querràn más;
cosa que es totalmente absurda”.
Necesario romper con mitos
El pediatra Ezequiel Callé de Chile afirma en su blog que, muchos padres creen que si un
niño tiene unos
kilitos de más es indicador de que está sano. “Esta concepción tiene origen
varias generaciones atrás, en las que por situaciones de guerra y conflictos sociales no había un acceso justo a la alimentación. Las
personas debían desarrollar actividades que requerían gran esfuerzo físico,
como labores rurales, para su subsistencia, lo que implicaba un gasto calórico y menos
acumulación de masa corporal, por consiguiente quien tuviese suerte de tener
unos kilitos era considerado como sano, pues se suponía que tenía garantizado
el acceso a los alimentos”, manifiesta Callé.
“Pero a pesar del cambio de tipo de
plazas de trabajo, en la que las labores
implican mayor
sedentarismo, el paradigma sigue siendo el mismo. Muchas abuelos y padres aún
consideran que el niño más sano es el que tiene uno que otro moflete y es
cachetón, por lo que obligan a comer grandes cantidades de alimentos sin tomar
en cuenta que por el ritmo de vida acelerado que llevan los individuos, especialmente en las
grandes urbes, no le permitirá a los niños quemar la gran parte de la ingesta de calorías
que tuvo”, expresó el pediatra chileno.
Círculo vicioso
Según el portal de salud de la
comunidad Madrid en España, un niño que cumple 12 años teniendo gran exceso en
su masa corporal, probablemente crezca siendo obeso y sufra de sobrepeso de
adulto.
“Un niño que se convierte en un adulto
gordo, le ensañará los
mismo patrones de comportamiento alimenticio a sus hijos. Los infantes son unas
esponjas, toman como suyo todos los hábitos o resabios que los padres tengan,
si el padre no tiene
límites en cuanto a la ingesta de alimentos, el niño tampoco lo hará”,
manifestó Jacqueline Aponte. “Abuelos que criaron niños obesos, que se
convirtieron en adultos con sobrepeso, que a su vez tienen hijos rollizos; esta historia se va a repetir
mientras los padres no tengan
como objetivo principal cuidar la salud de los infantes a través de los
alimentos”, escribió el Doctor Ezequiel
Calle para su blog.
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